Bosque de Oma
Historia de una visita al Bosque de Oma.
–¿Están sin auto? –nos preguntó la señora de información turística de la localidad de Gernika.
–Sí. –le respondemos.
–¡Entonces van a tener que caminar! –dijo con los ojos bien abiertos, tomó un mapa, una lapicera y nos indicó el camino. –No les conviene ir en bus hasta Kortezubi porque desde ahí el camino a Basondo es algo peligroso para hacerlo a pie. Vayan hasta Arteaga y desde la plaza central tomen un camino que los deja directo en Besondo, donde empieza el sendero para llegar al bosque pintado. Es más tanquilo y el paisaje es hermoso. –nos dio el mapa y nos dijo «suerte».
–Sí. –le respondemos.
–¡Entonces van a tener que caminar! –dijo con los ojos bien abiertos, tomó un mapa, una lapicera y nos indicó el camino. –No les conviene ir en bus hasta Kortezubi porque desde ahí el camino a Basondo es algo peligroso para hacerlo a pie. Vayan hasta Arteaga y desde la plaza central tomen un camino que los deja directo en Besondo, donde empieza el sendero para llegar al bosque pintado. Es más tanquilo y el paisaje es hermoso. –nos dio el mapa y nos dijo «suerte».


El objetivo era llegar al Bosque de Oma o bosque pintado, una obra del artista Agustín Ibarrola que forma parte de la nueva corriente de arte contemporáneo conocida como Land Art (aunque no es tan nueva porque las primeras obras se realizaron en la década de 1960). Esta corriente utiliza como base los elementos de la naturaleza y su objetivo es alterar el paisaje, con un fin artístico. De esta manera, el paisaje pasa a ser un nuevo espacio de exposición, fuera de los circuitos comerciales.
Para nosotros fue toda una sorpresa conocer esta rama artística y saber que estábamos muy cerca de una de estas obras. Por eso, decidimos llegar hasta donde se encontraba.
El Bosque de Oma se ubica en la Reserva Natural de Urdaibai, en el país vasco, y para visitarlo debemos caminar 2,5 kilómetros desde Basondo. Ese no era el problema. El problema era que había que llegar a Basondo. Decidimos hacerle caso a la señora que tan amablemente nos asesoró en el puesto de información turística y nos tomamos un bus a Arteaga. Desde allí, emprendimos un caminata de casi 3 kilómetros hasta el punto de inicio del sendero.
Algunas imáganes del camino desde Arteaga hasta Basondo.





Frente al restaurante Lezika se encuentra el cartel que da inicio al sendero hacia el bosque. Es un sendero con bastante pendiente, pero se soporta. Dino hizo el mayor esfuerzo y Tahiel iba como un rey…




Cuando paramos a hidratarnos y a descansar, Tahiel también lo hizo. El viajerito caminó un buen tramo y en subida!


Después de este camino, llega el último tramo de unos 250 metros con una pendiente hacia bajo bastante pronunciada. Allí ya no se puede llevar el cochecito del bebé y hay escalones para que sea más fácil el trayecto.
Y todo el esfuerzo vale la pena cuando nos adentramos en un bosque colorido que invita al visitante a concentrarse en el paseo, las formas, las figuras y los colores. En 1982, instalado en su caserío del Valle de Oma, Agustín Ibarrola decidió dedicarse a realizar estas intervenciones en la naturaleza. Los troncos de los árboles se convirtieron en lienzo y comenzó a plasmar distintas figuras. Primero solo utilizaba el blanco y las líneas rectas. Luego, con el tiempo, fue agregando otros colores y formas. Así fue como durante dos décadas fue plasmado figuras relacionadas con los sentimientos, con el hombre y con la sociedad.





Una de las cuestiones más interesantes de esta obra es que para lograr ver las figuras completas es necesario ubicarse en determinados lugares. Esos lugares están indicados con flechas amarillas en el suelo y con números para poder identificar las figuras en el mapa. Muchas veces, al mirar un tronco, solo vemos una línea o una mancha de un color que «no nos dice nada», pero si nos alejamos y miramos ese mismo tronco desde otra perspectiva, junto a los otros troncos, podemos apreciar la figura completa. Esto es lo que lo hace mágico. Porque no solo es posible identificar las figuras que cuentan con un punto de observación, sino que uno puede perderse por el bosque y descubrir muchas otras, tantas como la imaginación permita.
La primera obra que te recibe es un beso. Podés verlo «junto o separado», de acuerdo a donde te pares.


Indicaciones de los puntos para observar las figuras.


Indicaciones de los puntos para observar las figuras.

Algunas imágenes más de este bosque que para nosotros fue toda una sorpresa descurbrir. Cada vez estamos más convencidos de esa frase que dice que todos los días se aprende algo nuevo… a veces son actitudes, a veces son ideas, a veces son lugares, a veces son enseñanzas y, a veces, son bosques pintados y la existencia del land art.
En algunos casos tratamos primero de fotografiar los árboles desde un punto en que no se ve la imagen y, luego, desde uno que se pueda observar el dibujo completo.











Después de estar un buen rato entre los árboles, de darle la mamadera a Tahiel (donde toca la hora, toca!), de jugar con las imágenes de los árboles y con las piedras del suelo, emprendimos la caminata hacia el valle de Oma y hacia Basondo nuevamente. Fueron otros tantos kilómetros de regreso, que a pesar del cansancio disfrutamos muchísimo. El cielo estaba nublado, corría una brisa fresca, el aire se sentía puro y estábamos haciendo la salida en familia. Estábamos disfrutando de la Magia en el Camino.
Si andan por esta partecita del mundo, no dejen de descubrir la magia encerrada en este bosque.

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